¿QUÉ ES UN PARTO RESPETADO?
Imagen: Entrepadres
Un parto respetado es un parto en el que la mujer tiene libertad de movimientos (para caminar o para tumbarse en una cama). En el, la mujer estará acompañada de quien ella considere oportuno (pareja, madre, doula o la sección femenina de coros y danzas). Se respetará su ritmo. Si todos somos conscientes de que cada mujer es diferente, porque nos empeñamos en igualar todos los partos (relojes fuera de paritorio, Señores). El lugar elegido ha de inspirar seguridad a la parturienta y al mismo tiempo ser íntimo (luces tenues, puertas cerradas). El profesional si cree necesario intervenir ha de exponer la razón y todas las opciones que hay (no solo las que a el le interesan). Nunca actuará sin el permiso de la madre y siempre respetando sus decisiones.
Para mí, eso es un parto respetado. El problema es, cuando la madre tiene una experiencia previa negativa (léase cesárea o cesárea vaginal que para el caso lo mismo nos da). Una de esas experiencias que le dejaron el cuerpo lleno de cicatrices o el alma llena de miedos. Explícale a una mujer con esa mochila que confíe en su cuerpo. Ese cuerpo que no se puso de parto, que fabrico un niño macrosómico, que tiene las caderas “desproporcionadas”. Cuéntale a esa mujer que la naturaleza es sabia. Esa naturaleza que provocó el sufrimiento de su hijo por las vueltas de cordón, desprendimiento de placenta, distocia de hombros. Vete tú a decirle a esa mujer, que confíe en los médicos. Esos médicos que ajustaron su agenda con su cesárea, que sacaron a sus hijos con fórceps para limpiar paritorios con el cambio de turno o simplemente no les importó engañarlas porque ellos consideraron que era lo mejor (no sabemos para quien).
La cuestión es, que un parto con epidural, episiotomía y fórceps, puede ser un parto respetado. También lo puede ser una cesárea. Si la madre decidió y las intervenciones fueron realmente necesarias. Al igual que hay partos vaginales, sin anestesia, que de respetados tienen lo que yo de fraile franciscano.
Si cualquier parto ha de ser cuidado, para nosotras el parto ha de ser escrupulosamente respetuoso. Nosotras somos nuestros peores enemigos. Dudaremos constantemente de nuestra capacidad para parir. Escrutaremos con lupa cada palabra, cada expresión o gesto de los profesionales que nos atiendan. En el momento más inoportuno nos asaltaran los miedos que creímos superados y eso bloqueara el parto. No conozco ningún PVDC (Parto vaginal después de cesárea) que no haya sufrido esa encrucijada, ese momento de duda y miedo. Antes o después, con1 cmo con 10 aparece el obstáculo. Pero si la mujer está informada, conseguirá sobreponerse. Incluso aunque no lo consiguiera o se sintiera sobrepasada, sus acompañantes intentarán centrarla en el “aquí y ahora”. Si ni siquiera ellos lograran su propósito, para eso están los profesionales que elegimos (o deberían permitirnos elegir). Matronas que nos miren a los ojos y nos digan “yo confío en ti y en tu hijo”, “eres una campeona” o “las cosas no han salido como esperábamos, vamos a valorar la situación”.
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