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jueves, 15 de marzo de 2012

El concepto del continuum

Hoy os traigo este maravilloso libro, al hilo de una noticia que se ha publicado en la prensa, y que explica que un estudio ha comprobado que si los bebés están separados de su mamá (en una cuna al lado de esta) su actividad renal está aumentada como respuesta al estrés que eso constituye. Podéis leer aquí el artículo. Cada vez más, las publicaciones científicas apuntan más datos en esa línea.

Esta tesis es la que defiende Jean Liedloff, que dedicó su vida a proclamar que el sitio que les pertenece a los bebés por legítimo derecho es los brazos de su mamá. Ella nos explica cómo la fase en brazos es crucial para el desarrollo del bebé, niñ@ y posteriormente adult@.

Es algo curioso, porque es obvio que los bebés lloran si no los cogemos. Que si están llorando, se calman con sus mamás. Pero los adultos, bastante torpemente, por cierto, interpretamos que esto es una tomadura de pelo, que son muy listos, y cosas por el estilo. Y, aunque el instinto natural de la madre es cogerlo y mecerlo (instinto fruto de millones de años de sabia evolución) nos hemos inventado que es mejor no acostumbrarlos a los brazos. Mejor, para quién? Para el bebé es obvio que no, porque el contacto continuo con un@adult@ (sustancialmente la madre) es sumamente importante para su bienestar y desarrollo posterior, tal y como explica el libro, y como apunta cada vez más la neurociencia.

Para la madre tampoco, ya que dejar llorar al bebé provoca sufrimiento en la mamá, cuesta trabajo. Algo dentro de nosotras nos dice que eso no está bien, que el bebé no está bien.

Entonces, para quién es mejor? Quizás para la industria del bebé? Un bebé sin contacto, es candidato a consumir (seguro que me olvido de algo): sillitas, cuna, minicuna, hamaca, trona, biberones, alimentación artificial, muñeco pepito (que actúa como figura maternante), columpio mecedora, andador, sistema de vigilancia, humificadores y depuradores de aire varios, ansiolíticos, tranquilizantes, antidepresivos, juguetes, dvd portátil y podríamos seguir hasta el infinito. De hecho, me gusta mucho este libro porque explica las consecuencias de no respetar la fase en brazos (es decir, el comportamiento "normal" de los niños occidentales y sus madres). Hay un pasaje tremendamente duro (lo publicamos aquí hace un tiempo) que se hace difícil de leer... Hay otro súper interesante sobre la depresión postparto (ese mal endémico y normal que curiosamente, sólo afecta masivamente aquí en occidente).

Resulta curioso que en nuestra sociedad vivimos obsesionados por alimentar bien a nuestros hijos físicamente hablando (que esté en un percentil alto, que no pase hambre, que coma mucho), y muchas veces, hay una desnutrición emocional total, que está también en nosotras mismas. Es como si lo que no se ve, no existiese. De hecho, se oye muy a menudo que si el bebé llora y no tiene hambre ni frío ni está mojado, no le pasa nada.... Y su mundo emocional? El bebé nace con el cerebro emocional ya completamente formado, así que sólo siente (no es capaz de razonar porque el cerebro racional está en proceso). Y siente de manera muy intensa todo. Y además, sus emociones son el caldo de cultivo, los cimientos sobre los que se construirá su cerebro racional. Por eso, merece la pena cuidar este aspecto.

Muy recomendable la lectura, pero con paciencia, ya que la traducción al español no es muy buena, y a veces puede hacerse un poco denso o difícil de entender.

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