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miércoles, 12 de octubre de 2011

Cómo empezó todo- por Nati

Hoy tengo ganas de escribir, así que os voy a contar mi visión del comienzo de A Brazos:

Cuando yo fui madre, como la mayoría de las madres modernas, me dediqué a buscar información sobre los bebés, el parto, la lactancia.... Yo estaba, por aquel entonces, formándome como matrona, así que, en teoría, tenía un acceso fácil a la información. Se formó un grupo de lactancia en la comarca y empece a acudir a las reuniones. Cuando nació mi bebé, había estudiado mucho sobre el tema, pero... tachán!!! Llegó la realidad y era todo muy diferente a lo que yo había pensado e idealizado. Me encontré con un bebé que lloraba y lloraba, yo con grietas y dolor al amamantarlo, no dormía toda la noche, sólo quería estar en el colo.... así que pensé que tenía un bebé "defectuoso", que no cumplía con los cánones de la sociedad moderna. La gente me decía cosas como: "Eso es que tu leche no le alimenta", o "Déjalo llorar que se expanden los pulmones", o "Te ha cogido la aguja de marear y te toma el pelo". Pero yo no quería eso, no quería ver sufrir a mi hijo ni darle biberón. SEntía una enorme soledad. Nadie me comprendía. A ratos estaba enfadada: "Por qué mi bebé no quería ir en el carrito, por qué no dormía"?Y culpa: ¿En qué había fallado yo?

Conseguí la lactancia materna gracias a mi tesón, al apoyo de mi pareja y al calor del grupo de lactancia. Lo demás seguía igual. Pero entonces, tropecé mágicamente con un libro que me cambió la vida en todos los aspectos. empecé a leer otro tipo de cosas, una información a la que (no sé por qué) es más difícil acceder, y a escuchar a mi bebé  y a mí misma. Bueno, sí sé por qué es más difícil acceder: porque las madres somos unas grandes consumidoras para los mercados, y si creemos en nosotras y en nuestro poder para amamantar y criar a nuestros hijos, dejamos de consumir; de consumir leche artificial, biberones, tetinas, chupetes, sillitas, hamacas, peluches que arrullan, columpios, cámaras y escuchas,serones, minicunas, prepara biberones, y un sinfín de productos más que significan cada año millones de euros para el mercado del bebé.

Descubrí que los niños no sólo quieren, sino que necesitan el contacto continuo con su madre, que nadie pide lo que no necesita, y no sólo eso, sino también que la madre, cuando es capaz de trascender los convencionalismos sociales, necesita lo mismo que el bebé, es decir, tiempos lentos, contacto, un nacimiento digo, un embarazo vivido con plenitud.... Varias madres del grupo de lactancia comenzamos a pensar igual, y nació en nosotras un interés tremendo por difundir aquello y ayudar a otras madres que pudiesen estar pasando por lo mismo. La idea era crear un grupo de apoyo, similar a los de lactancia, pero que englobara todo aquello que nos podía preocupar o interesar con respecto a la maternidad.


Como pasa muchas veces, al mismo tiempo nos llegó esa oportunidad. La concejalía de Ferrol buscaba alguien que quisiese un grupo de apoyo a la lactancia y contactaron conmigo como profesional de la maternidad. Así que en enero de 2009 comenzamos a reunirnos como grupo en la Casa da Muller, en Ferrol. Nuestras reuniones eran, y siguen siendo, de estructura sencilla: Se presenta un tema y a continuación se abre un debate. Cada una pregunta lo que le interesa. No hay censura. Se habla de todo, crudamente. Unas nos apoyamos en las otras. Cuando una mujer tiene una duda, otra ya ha pasado por ella y la ha solucionado. Esa es la fuerza del grupo. Abogamos por un embarazo consciente, vivido sin miedos, aprendiendo a comunicarnos con nuestro bebé desde ese momento, un parto respetado y menos medicalizado, gozoso y sin miedo y una crianza basada en la pronta respuesta a las necesidades del bebé, respetando nuestro continuum filogenético, llevándolos pegados a nuestros cuerpos día y noche hasta que adquieren la capacidad de desplazarse, respetando sus ritmos y peculiaridades. Tal y como venimos todos diseñados. Y tal y como reconoce, ya por fin, la neurociencia moderna, que es mucho más beneficioso para los bebés y futuros adultos. Todo lo que nosotras practicamos, desde el instinto está abalado por cada vez más estudios científicos. Hay pruebas irrefutables de que los bebés que crecen en el apego son adultos más confiados, más sociables, con menor tendencia a la depresión y a la ansiedad (lo que también disminuye la rentabilidad para las farmacéuticas). También sabemos que los acontecimientos que rodean al embarazo, parto y 2 primeros años, marcan drásticamente el carácter del adulto, así que tenemos una responsabilidad importante en cuanto a los adultos que creamos. Nos hemos dado cuenta de que todo fluye si lo dejamos. Es fácil y difícil a la vez, pues supone romper muchas barreras sociales que están de moda hace relativamente poco tiempo. Pero el caso es que cien años de modernidad han borrado totalmente el resto de millones de años anteriores de hacer así.

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